Discurso de apertura Encuentro de Jóvenes Ambientalistas de Latinoamérica y el Caribe
Después de Laudato Si, encíclica del papa Francisco, ha florecido el concepto de la Casa Común, el oikos de todos. Una casa habitada no solo por los habitantes presentes, sino también preñada de los que nos antecedieron y que habitaran los que nos sigan. He aquí nuestra responsabilidad con las futuras generaciones.
El llamado, el grito, el lamento de esa Casa Común, que la sabemos viva, exigente, maravillosa y de una biodiversidad sobrecogedora, nos convoca a que todos/as tenemos responsabilidad en su cuidado, porque todos/as la habitamos, somos sus huéspedes pasajeros. Otros vendrán y encontrarán lo que dejemos. Disfrutarán o sufrirán el legado que entreguemos.
Los ciudadanos debemos ser conscientes que fundimos nuestras raíces en un territorio vivo, en el que estamos con otros seres vivos. Una ciudadanía universal, debe estar asentada en una ecología integral. La experiencia nos muestra que cuando hemos lacerado el planeta, por ejemplo, con desviación de ríos o minería a gran escala y a cielo abierto, los desastres posteriores afectan gravemente a los pobladores de esos entornos, que lamentablemente casi siempre son ciudadanos pobres.
Frente a este panorama desolador ha venido irrumpiendo una ciudadanía preñada de bien común que se manifiesta y moviliza de forma independiente, en distintas regiones de nuestra América Latina y del Caribe, como de otros lugares del mundo. Con una alta conciencia de responsabilidad se levanta alarmada ante la perspectiva que sus territorios desaparezcan como lugar de vida y de belleza para convertirse en desiertos, mientras que ríos y quebradas pasen a ser pozos contaminados o piedras desnudas.
Esta ciudadanía es convocada principalmente por jóvenes preocupados por el futuro o curtidos campesinos angustiados por que constatan que sus territorios pueden ir rumbo a la desaparición ante la codicia de mineros y de producciones agroindustriales depravantes. Cuando levantan su mirada a los gobiernos, elegido para la protección del bien común, encuentran procedimientos totalmente en contravía de su deber ser. Los gobiernossecularmente elegidos han estado entregando bienes naturales de hoy y del futuro a inescrupulosos saqueadores de las entrañas de la tierra, que inexorablemente conduce a la destrucción de los territorios. Nuestros territorios en América Latina y el Caribe han sido saqueados y tenidos como proveedores de materias primas, generando grandes desastres ambientales.
El papa Francisco, en su Encíclica Laudato Si, da la pauta al indicarnos que “Necesitamos una solidaridad universal nueva” (L.S., 14), una solidaridad que luche para reparar el daño causado por el abuso humano.
La solidaridad es la clave que tendremos en el empeño de una cooperación con personal Sur-Sur, la que insistiremos y compartiremos estos días, con la que buscamos embarcarnos en largo aliento con el compromiso de rodear y cuidar el maravilloso planeta que nos ha sido dado como un préstamo durante nuestra existencia.
La solidaridad se lleva a cabo cuando se ejerce, cuando se compromete en el ejercicio en favor de la vida, en este caso es la supervivencia del planeta y en él, de quienes lo habitamos y de quienes lo habitarán. Con la solidaridad buscamos estar en armonía con nuestra Casa Común. Y aquí entramos en la dimensión del bien común que marca la diferencia de la lógica individualista de personas, empresas y de Estados, que al privilegiar de manera egoísta el uso y abuso de la naturaleza en una lógica depredadora, están llevando a la humanidad y al planeta a un despeñadero irremediable.
Los pueblos indígenas nos han venido enseñando que el concepto del territorio rebasa totalmente el concepto mercantilista de la tierra para uso, abuso, compra y venta que se tiene en el mundo capitalista, con la grave consecuencia del cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, las sequías y las hambrunas que produce.
Los pueblos indígenas conciben el “uso y manejo de su territorio en relación con la naturaleza, los cuales se expresan en su entendimiento del territorio como el espacio que los dioses dejaron a la gente para vivirlo, disfrutarlo y cuidarlo. De este modo, el territorio es el espacio de encuentro y relación entre la gente, sus dioses y los espíritus de los demás seres vivientes, que son todas las plantas, animales y minerales. A partir de esta relación se desarrolla pensamiento y conocimiento, se recrea la cultura, la organización social, política y económica, dándole sentido de pertenencia e identidad a los pueblos” 1
A partir de este concepto, la cosmovisión que tienen los pueblos indígenas les lleva a un profundo respeto por la naturaleza en donde los hombres forman parte de ella, conviviendo con ella de manera responsable. En ella se encuentran y forman una sociedad, en donde uso y costumbres la orientan, como también la historia y la sabiduría de los mayores. Cada territorio es a su vez un oikos específico, con formas propias de expresarse, con costumbres que ayudan a la convivencia, con frutos que nutren a sus habitantes, con construcciones para administrarlo. El secreto de un desarrollo sostenible y sustentable se garantiza cuando estamos regidos por el principio del bien común. Cuando en la administración de lo públicopriman los intereses particulares, nuestro oikos entra en crisis negativa produciendo transformaciones nocivas para quienes lo habitan y para el propio espacio habitado. Esas transformaciones negativas se dan cuando unas élites en actitud egoísta y muchas veces fraudulenta acaparan espacios, que son de todos, mientras que las mayorías van perdiendo el control del territorio. La injusticia hace presencia y los que se hacen al ejercicio del poder dominante buscan normalmente con el ejercicio de la coacción y la violencia mantener un statu quo injusto no solo con las poblaciones, sino también con el conjunto territorial, poniendo el riesgo la Casa Común.
La política establecida como clave para el desarrollo de la convivencia, la equidad y el buen uso del territorio, deberá estar dirigida principalmente para el bien y protección de las mayorías, donde se imponga el bien común, que es garantía para todos, incluyendo la Casa Común. Cuando la equidad y la convivencia se han roto, cuando la injusticia reina y la violencia aparece, cuando se atenta y destruye la naturaleza, se impone asumir la política de la construcción de una nueva sociedad donde los caminos de generación de justicia y equidad contribuyan a la reconstrucción del tejido social y ambiental.
Los gobiernos son teóricamente elegidos para el cuidado del bien común, sin embargo, pareciera que en casi todo el continente se han elegido, o al menos han ganado, gobiernos que han optado por una opción económica extractivista al que hemos sido condenados secularmente por los imperios del poder y el capital. Con esta opción nuestro futuro es altamente preocupante.
Hemos dejado el espacio para la administración y el gobierno a políticos interesados en proteger intereses particulares de élites opresoras y que se venden al mejor postor, que otorgan concesiones y hacen negocios con multinacionales y países interesados en nuestros recursos naturales a precios de subasta barata y corrupción. La sana política debe ser el arte del gobierno para el bien común y en él está incluida la naturaleza. Es el momento de incursionar en ella, con fortaleza, con alegría, con creatividad, con honestidad, con conocimientos, con juventud. En nuestras democracias deben irrumpir los jóvenes convencidos que tienen una oportunidad en la política para hacer posible que el planeta continúe viviendo con todo su esplendor y belleza. No interesarse en la política, es caer en la idiotez. Aquí me refiero al origen griego de estos dos conceptos, política viene de polis, ciudad, es el arte de la ocupación en la participación y administración de la ciudad. Mientras que idiota, viene del griego idiotes, es decir “persona que se ocupa de lo suyo y se desentiende de lo común”, es decir, de la política.
En nuestra América tenemos la mayoría de los países más biodiversos del mundo y no es retórica: Brasil, Colombia 2 , Ecuador, Perú, México y Venezuela están en la cima de esos maravillosos países. Ello nos obliga a una mayor responsabilidad, no solo frente a nuestro hábitat, sino por todo lo que implican para la salud del planeta en su conjunto. El cuidado de nuestra biodiversidad nos atañe no solo a nosotros, también debe ser un compromiso universal, pues como organismo vivo, afecta a todo el sistema.
La solidaridad debe estar situada, no se hace de forma genérica y solo con declaraciones, debe hacerse de forma concreta. Por eso es importante el diagnóstico de cómo estamos, pero no podemos quedarnos en él, debemos actuar. En ese actuar nos encontramos de manera especial a comunidades indígenas que siempre están llamando al cuidado de la madre tierra. Los jóvenes, que ustedes representan, están dando lecciones de movilización y nuevas costumbres frente al consumismo tan omnipresente y tentador. En América Latina y el Caribe encontramos cientos de líderes ambientalistas, que con dedicación y compromiso se entregan a la causa de la defensa del ambiente y los territorios. Su entrega generosa está tocando el poder temible de los ambiciosos depredadores, de tal manera que muchos de estos líderes lamentablemente se han convertido en mártires. Los atentados y asesinatos a líderes ambientalistas se han multiplicado, ser líder ambientalista es una dedicación riesgosa.
Según Global Witness al menos 177 personas defensoras ambientales y del territorio fueron asesinadas en 2022. América Latina es la región más violenta para los líderes ambientales, nueve de cada 10 asesinatos ocurrieron en países latinoamericanos. La mayoría de los homicidios (64) fueron en contra de personas de comunidades indígenas. En la Amazonía ocurrieron 39 ataques letales.
Los asesinatos documentados por Global Witness ocurrieron en 18 países, 11 de ellos en América Latina. Colombia es el país donde se asesinan más lideres ambientales, para el 2022, se documentaron 60 casos, Brasil le sigue con 34 casos, y México con 31 homicidios. Otro país que registran una alta violencia en contra de defensores ambientales es Honduras, en donde 14 personas defensoras fueron asesinadas en 2022. El informe de Global Witness resalta que este tiene el número de asesinatos más alto a nivel per cápita.
Los datos que tengo del 2023, indican que al menos 300 defensores de derechos humanos fueron asesinados en 28 países. Casi la mitad de estos homicidios, es decir 142, ocurrieron en Colombia, según el informe de la ONG Front Line Defenders. En este año se registraron 92 asesinatos de población indígena en países como Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Indonesia, Paraguay, Perú y Filipinas.
Existen otros temas y ámbitos que la construcción de una ecología integral debe contemplar, aquí además de lo dicho y buscando no ser exhaustivo voy a enunciar algunos:
La naturaleza sujeta de derechos
En el plano jurídico constitucional encontramos en Ecuador un luminoso ejemplo en favor de la protección de la naturaleza. En su Constitución se
dedica el capítulo séptimo (7) a los derechos de la naturaleza. El artículo 71, es bellísimo:
“Art. 71.- La naturaleza o Pacha Mama, donde se reproduce y realiza la vida, tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos. Toda persona, comunidad, pueblo o nacionalidad podrá exigir a la autoridad pública el cumplimiento de los derechos de la naturaleza. Para aplicar e interpretar estos derechos se observarán los
principios establecidos en la Constitución, en lo que proceda. El Estado incentivará a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que
protejan la naturaleza, y promoverá el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema.”
Esta declaración de derechos, coloca a los ciudadanos en su deber ser abogados de la madre tierra, de la Pacha Mama.
En Colombia, ante una tutela instaurada por la ONG ambientalista “Tierra Digna”, en representación de comunidades indígenas y afrodescendientes de Chocó, la Corte Constitucional en la Sentencia T-622 de 2016 concluyó que el rio es una entidad viviente que sostiene otras formas de vida y
culturas, que es un sujeto especial de protección, que tiene derecho a la protección, conservación, mantenimiento y restauración y que, además,
se requiere garantizar los derechos de las comunidades, es decir que, otorgarle derechos al Río Atrato es también proteger los derechos de las
comunidades que lo habitan. Adicional, la Corte reconoció los derechos bioculturales del Atrato, lo que significa el derecho de las comunidades
a administrar y ejercer tutela de manera autónoma sobre sus territorios y los recursos naturales que conforman su hábitat. Con la sentencia se
creó también la figura de Guardianes del Rio, conformada por representes de la institucionalidad y un grupo de 14 representantes de las comunidades.
La naturaleza como víctima
La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) constituida en el marco de los acuerdos de paz acordados entre el gobierno colombiano y la principal guerrilla, las FARC (2016), en dialogo con las comunidades, estableció que la naturaleza también había sido víctima del conflicto armado
por el uso de explosivos no convencionales, la voladura de oleoductos, el uso de ríos para ejercer el delito de la desaparición forzada, la afectación de cuencas hidrográficas y la siembra de cultivos de uso ilícito. Muchos ríos a punta de dragas y mercurio están desapareciendo bajo la acción de la minería legal e ilegal. Quien creyera, en Colombia algunos de los territorios de las que se retiró la guerrilla de las FARC al dejar las armas, y que estaban protegidos en su biodiversidad, ahora están en la mira de la minería ilegal y las multinacionales, para su explotación.
El medio ambiente ha sido una víctima silenciosa de un conflicto armado que todavía persiste.
Pero no solo la naturaleza ha sido víctima del conflicto armado, también lo ha sido por decisiones políticas, por abandono estatal, y detrás de ello está la corrupción y por la codicia de individuos y de empresas nacionales y multinacionales que lo único que buscan es lucrarse. Las quemas y tala
indiscriminada de bosques, la deforestación de inmensas porciones de Amazonía, afectando la capa vegetal y la fauna, mientras se convierten en
potreros para pastar vacas, para sembrar soya o palma aceitera, o para hacer perforaciones y extracciones de hidrocarburos. Ante esto gobiernos y
empresarios muy horondos se atreven a decir que se hace para llevar el desarrollo, que no es más que la barbarie y la destrucción.
Desplazamiento por causas ambientales
Las catástrofes ambientales ocurridas por la crisis climática, como inundaciones, derrumbes y sequias están obligando a comunidades a
abandonar sus territorios. Este es un fenómeno cada vez más frecuente y grave y obligan a que familias y comunidades tengan que desplazarse de
manera forzosa, muchas veces a las periferias y la pobreza de las grandes ciudades. Esta situación tenderá a agravarse. Familias y comunidades pierden su terruño, se alejan de los vecinos y amigos, convirtiéndose en un drama con pocas esperanza y futuro.
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Queridos jóvenes, permítanme convocarlos a contribuir en la construcción de un sueño común: contribuir a que nuestra Casa Común, continúe
nutriéndonos, abrevando nuestra sed, haciéndonos felices con su esplendor y diversidad. Queremos que en la solidaridad con el planeta podamos esta vez llevar la voz, el conocimiento, la experiencia, pero también los gritos y exigencias desde lo que llamamos Sur a nuestros hermanos del Sur, como también a nuestros hermanos del Norte, para que juntos avancemos en la construcción de lo que hoy es una obligación y un deber, de preservar el maravilloso planeta que nos abriga a todas y todos.
Barichara, 23 de julio 2023